Na, eso, de pijama total.
Había unas alitas de pollo, y cuando estaban ya en la bandeja del horno...
¡zassss!
No hay tomillo, ni romero.
Sal, pimienta, ajo en cantidad, un chorrito de vinagre.
Y de pronto, en un cajon... ¡tachan!
Gallina Blanca, nos ha salvado. Gran invento este de las esencias.
Una pastilla, la disolvemos en un vaso con un poco de agua (darle un golpe de microondas, ayuda) y regamos un poco las alitas.
Al horno.
Pdta.: Suena Albert, It never rains in southern California.
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ResponderEliminarhos digo que si teneis hijos les encantara.
ResponderEliminarFrdo:
hija del cocinero
Otra vez? jajajaja
ResponderEliminarOs, es os...
Eres un cielo. Beso grande.