En el curso de cocina asiática al que asistí esta semana en Kitchen Club; pude coincidir con Andrés Madrigal.
Esa intuición, esa creatividad.
Una forma de consolarnos es pensar... que él, se dedica a la gastronomía, a la cocina. Pero lo cierto es, que parece algo de dentro, que no se aprende...
Envidia, pura y sana envidia.
Mientras los alumnos nos dedicábamos a escuchar a Carlos, "otro máquina"; Andrés andaba haciendo una salsa. Unos trozos de la parte blanca del jamón; dejamos que en una sartén con fuego muy bajo se vayan diluyendo.
Retiramos el tocino, y añadimos azúcar. Subimos el fuego; cuando empieza a caramelizar; lo cortamos con salsa de soja.
Reducimos, y ya.
Como dice él, "aquí, se aprovecha todo".
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